miércoles, 14 de enero de 2009

La Noche del 30 de Noviembre de 1988

¡¡Todavía falta un elemento combustible, pongan en la posición G7!!.


Era el dato que los físicos desde la mesa de cálculos le daban a los operadores, aquella noche del 30 de noviembre de 1988. Estábamos a punto de alcanzar por primera vez el nivel de crítico en el reactor nuclear RP10. Los años habían transcurrido lentamente, desde 1980 cuando ingresamos al IPEN, habíamos hablado mucho sobre este reactor en las clases teóricas de la maestría en energía nuclear. Inclusive habíamos recibido entrenamiento en Argentina, bajo la dirección de los responsables del diseño y construcción del reactor, en sus respectivos laboratorios. En los recordados centros atómicos de Constituyentes y Eseiza en Buenos aires. Ahora, todo ese conocimiento acumulado debía ponerse a prueba, será histórico participar en la primera puesta a crítico del RP10, comentábamos. Durante meses previos se habían realizado las pruebas denominadas en frío –sin presencia de los combustibles y neutrones-, cada una de las partes había funcionado excelentemente. Pero, hoy, la prueba mayor era que igualmente funcionasen bien cuando se tenían los combustibles y la fuente de neutrones, sumergidos en los 11 metros de agua. La mañana de ese día, debíamos ponernos los mandiles nuevos, pues las autoridades del IPEN, habían coordinado con la delegación argentina en Lima, para que fuesen testigos de este acontecimiento, y como no podría ser de otra manera, la prensa había sido invitada. En el laboratorio de física de reactores los nervios eran visibles.



- Vamos a revisar de nuevo el procedimiento de puesta a crítico. Traigan el papel milimetrado, las reglas y las calculadoras. Ah..los lápices. No se olviden de asegurarse que los portaminas tengan carbón. No queremos dar mal espectáculo.
- Agustín, no crees que ya lo hemos hecho lo suficiente ayer todo el día, y salió bien. No te pongas nervioso, todavía hay tiempo, vamos con calma. Contestó Pepe, mientras se arreglaba el cinturón del mandil, y demandaba a su colega.
- Esteban, tómame una foto, antes de subir al ring. Pueda que no salga nada, al menos, me quedaré con este recuerdo.
- Para arreglarte eres bueno. Es hora de llevar todas las cosas arriba por que ya se va a iniciar la experiencia. Pero si se trata de una sola foto, tomémonos todos antes de salir. Voy a llamarla a Marisa.
- Conmigo no cuenten para eso. Aquí estoy bien. Falta poco para iniciar la experiencia apúrense. Contestó fuerte desde el otro ambiente la física argentina responsable de la contraparte.



El pequeño grupo de física de reactores, tenía la responsabilidad de hacer las estimaciones de carga de combustible y de determinar cuánto era la masa crítica (o el número de combustibles que deberían ponerse para alcanzar ese estado). Aquel día el experimento se inició como a las 10 de la mañana, tres personas desde el grupo de física de reactores (una por cada cadena de arranque) deberían obtener los datos de criticidad y luego la responsable argentina decidir cuál de ellos transmitírsela a los operadores. Con mucha experiencia los operadores, en su mayoría argentinos derrochaban tranquilidad. Mientras movían las barras de control, se hacían algunas bromas.



- Che Raudinno, vos crees que llegaremos a crítico, antes de las 7 pm?.
- No, que va. Tal vez a las 10, ya me imagino al presidente del IPEN y sus invitados, volviéndose sin degustar el vino argentino. Ja, ja.
- Che eso nos conviene. Hacéla más lenta la subida. Así los pocos que quedemos, nos la bancamos toda. Intervino Quintana.



Efectivamente los preparativos eran tanto que las salas del tercer piso de unos 160 metros cuadrados estaban repletas de bocaditos, otra sala abarrotada de cajas de vino argentino. Los curiosos trabajadores desde las otras dependencias venían a mirar la experiencia a través del vidrio de la puerta de la consola. Y nos pasaban la voz levantando la mano, a la que devolvíamos el saludo muy orondamente. Por esos momentos éramos las estrellas de la tarde. Aquellos que se paraban en la puerta, miraban con ojos tratando de burilar en su memoria alguna escena de esta promocionada fecha.



- Mario, cuánto va a demorar esto?. Preguntó Hernán.
- Mira, según mis estimaciones, no alcanzan antes de las 11 pm.
- No, no, no es así. Según los cursos de teoría y los comentarios de Eleuterio, esto no pasa de las 9 pm. Intervino Emilio.
- Bueno si no se ponen de acuerdo porqué no hacen una apuesta y yo la caso. Que tal un vinito?. Sugirió cual rey Salomón, David.



Esta tensión y espera del momento cumbre no solo se vivía dentro de la sala de operación, afuera era mayor, luego del almuerzo y el reinicio a las 3 de la tarde, los expertos operadores argentinos, sabían a qué hora debía “aterrizar la nave”. Así, que si la ceremonia estaba programada para las 7 pm, esa hora se pondrá a crítico.



- Bueno muchachos, siendo las 6y40, y la siguiente extracción de barra definirá el crítico, les propongo tomarnos unas fotos. Antes que la jauría de periodistas nos devoren. Ordenó Porro, como jefe de operación.
- Buena idea che. Vos, sos fenomenal. Saquen las minolta y pentax. Exclamó. Arenas.
- Vení peruanos, vení, Aurelio, Marisa, Agustín, Pepe, Juan, Esteban, Gutiérrez, Quintana, José, César. Raudino revoloteaba la sala tratando de juntarnos.

Todos los asistentes, detuvimos nuestras tareas y en escasos minutos nos retratamos, los rostros denunciaban la emoción contenida durante el día, no solo en los peruanos, sino también en los amigos argentinos, que consolidaban una alianza nuclear. Ellos ponían a crítico su primer reactor construido con tecnología argentina fuera de su país, y nosotros los peruanos, sellábamos años de espera. Una vez que se puso a crítico a la hora señalada, el presidente ingresó con los invitados oficiales argentinos. Se les explicó por qué el reactor alcanzó la criticidad y, como siguiente paso y por seguridad se soltaron las barras para apagar el reactor y continuar con la ceremonia. Transcurrido años los actores de entonces que aún viven, recordamos con cierta nostalgia aquel día, como si fuera una prueba que todo pasado fue mejor.

Lima, 19 de diciembre de 2008

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