lunes, 8 de septiembre de 2008

Sabor a Mar y Cumananas

Siendo este fin de semana (12 y 13 de julio) el último de las 5 sedes, que me tocaba visitar en el interior del país, dentro de mi trabajo de consultoría a la CAF y la USMP, me suscitaba cierta satisfacción y nostalgia a la vez, lo primero porque me permitiría conocer todas las regiones del país, y lo segundo porque terminarían mis viajes de “cronista” superficial, y con ello las posibilidades de compartir notas semanales sobre temas distantes del rugir cotidiano-capitalino, de la política y la farándula.

Con el anhelo de nutrir la mente y el corazón con los últimos sorbos de la realidad y cultura peruana, guardadas en los platos, las calles, las plantas, los mercados, las iglesias, las plazas, la música y las personas -de los lugares maravillosos que tiene nuestro Perú- nos embarcamos desde el moderno Jorge Chávez y después de casi dos horas de vuelo descendimos en el aeropuerto Pedro Cangas de la ciudad fronteriza de Tumbes a las 18:30 horas. Entonces, un aire tibio nos abrazaba en una cálida y amistosa recepción, los 25°C anunciados en la nave era la temperatura perfecta, para ir adaptándose al calor que seguramente sería fuerte durante el día.

Los pasajeros y visitantes conocedores del lugar, mientras recuperaban sus maletas, se apresuraban a untarse los brazos, las piernas, el cuello, la cara, las manos, con repelentes, cosa que uno no percibe, ni le presta atención, sino hasta cuando sales del aeropuerto a tomar taxis, allí los mosquitos y zancudos te reciben con picaduras inamistosas, compitiendo “pico a pico” con las hordas de chóferes que se te abalanzan por llevarte a la ciudad. Nuestro taxista, durante el camino, nos comentaba que esos bichos se deberían a que cerca están campos de arrozales donde abunda agua empozada, pero en la ciudad no ocurriría eso. Luego de 30 minutos a través de abundantes árboles de algarrobo, de tamaño mediano, ingresábamos a la ciudad vía la avenida principal llamada Tumbes, que es la continuación de la carretera panamericana norte. Los abundantes mototaxis, automóviles, restaurantes y tiendas iluminados con luces multicolores, anunciaban que la actividad principal es el comercio, un lugar especial de transito e intercambio de productos entre Perú y Ecuador. Luego de algunos intentos, nos establecimos en un hotel, agradable, decente, el Hotel Feijoo, de la calle Bolognesi, a una cuadra de la plaza mayor, los 70 soles por noche, para una habitación simple, con aire acondicionado producido por un equipo bullicioso, incomodo pero necesario, sin desayuno incluido, nos pareció excesivo. Nuevamente nos quedaba la impresión del poco buen trato al turista en muchos lugares del país, a pesar de la amabilidad y tonada norteña que advertimos en los jóvenes que nos atendieron.

Como lo habíamos observado en las diversas plazas de las provincias, aquí también la plaza mayor - o plaza de armas o plaza del Gran Chirimasa (en homenaje al Príncipe Tumpis, fundador de esta ciudad)- reune a los habitantes que se dan cita para caminar, conversar y a los jóvenes a entablar conquistas amorosas. Mientras tanto, los niños juegan en el amplio piso de losetas limpias y brillantes, que no habiendo fuente de agua en el centro, la convierte en un gran auditorio, un extenso teatro al aire libre, que se ve complementado con el escenario y concha acústica construido para este fin. Tal como ocurrió el viernes por la noche, con el aniversario de un colegio, que presentó a sus alumnos interpretando, danzas, cantos y poesías, todo muy entretenido, pero con un volumen demasiado alto, incomodando a los asistentes a los restaurantes, bares y en especial a los fieles de la iglesia catedral. Mientras el bullicio colmaba la plaza, en el restaurante “Gustitos” recomendado por el hotel, saboreábamos un riquísimo filete de lenguado y luego un picante de mariscos. Para el día siguiente y con el sol a punto postergamos el ceviche de conchas negras, plato representativo de Tumbes, de la misma forma que lo son otros, basados en productos marinos. Aquí vale la pena decir, !!del mar la olla!!. Los precios no eran nada cómodos, cada plato costaba 20 soles, imagínense, si el costo de un ciento de conchas negras, nos comentaban, es de solo 20 soles, y un plato no trae mas que una docena, qué ganancia.

Buscando información sobre Tumbes, preguntábamos por librerías, sin embargo nos fue imposible hallarlas, en el formato de una librería de Lima. La mayoría de las denominadas librerías solo son para la venta de útiles escolares y de oficina, no hay libros, por ello, nos sorprendió gratamente hallar la tienda llamada, Feria de Libros, en medio de los vendedores de CD, DVD, de música y películas. La tienda era grande, comparada con tiendas similares en provincias, era la versión provinciana de las librerías Ghandi mejicanas. Lo destacado de ella es que hay todo tipo de libros, desde escolares, preparación preuniversitaria, chistes clasificados, decoración, poesías, literatura, pensamientos, repostería, hasta los consagrados como Vargas Llosa, pero todos en versión muy simple, tanto en la calidad del papel cuanto en la pasta, parecían “piratas”, de otro modo no podrían costar 2, 3 o 5 soles, el mas caro no pasaba de 20 soles, de modo que con 50 soles salimos muy bien reforzados. Sin embargo me pareció estupendo esta forma de poner libros de cierto nivel al alcance de los sectores de bajos recursos, aún cuando las asociaciones de autores apelen a las reglas del mercado formal y exijan pago por derechos de autor, presumo o casi estoy seguro que los propios autores aceptarían que es mejor que los lean y, que si no pueden pagar ciertos sectores de la sociedad se les regale o accedan gratuitamente. Lo que realmente importa es que el pueblo se informe y sea mas instruido y con ello se facilitaría el movimiento de la rueda virtuosa de educación, desarrollo y gobernabilidad democrática.

En este rápido recorrido por la ciudad de Tumbes, lo que más me llamó la atención por su autenticidad y novedad, no fueron los sabrosos potajes marinos ni ceviches ni parihuelas, sino las poesías denominadas Cumananas, jamás las había escuchado. El nombre se me había gravado cuando pregunté a los alumnos sobre expresiones culturales auténticas. Leyendo el material que dispongo, me entero que son una forma de componer poesías, originarios en los cantores rurales de Piura y Tumbes, ellos las construían mientras arriaban sus animales, montaban acémilas, festejaban aniversarios, reuniones, discusiones y luego al hospedarse en las diversas localidades las difundían e intercambiaban. Estos cantos recibieron diversos nombres: décimas, tomadas, versadas, cantadas, negradas, arrieras o lisuras. Efectivamente las madres la consideraban lisuras, por lo que prohibían aprenderlas a sus hijos. Si alguien duda de esta calificación extrema, lean la siguiente tomada:

El que pobre y cojudo,
ese al cielo no va;
lo joden aquí
y lo joden allá.

Las Cumananas son una manera de comunicarse en esta zona, como lo sería el Huaylas en Huancayo, el Yaraví en Arequipa o la Chuscada en Huaraz, es el habla del poblador del campo. Ellos expresan su concepción de la vida, talvez distinta a la nuestra. Sus expresiones son simples pero muy sinceras:

Señor, no sé ler ni escrebir
con mi memoria luyecho,
con mi pensamiento digo
lo que siento en este pecho.

A modo de conclusión tenemos que reconocer que hay mucho que aprender de la sabiduría popular, Tumbes nos espera y que, no solo es Punta Sal, Puerto Pizarro, Mancora o Zorritos, también es poesías, leyendas y Cumananas. Visitémosla y deleitémonos con toda su espléndida cultura.

Para finalizar y cerrar el Zaguán les dejo con estas Cumananas.

Quién me quita que te quiera,
quién pone dominio en mi:
si para servirte nací
a pesar de cualesquiera

Del norte te vengo a ver,
cruzando el ancho mar,
al verte a otro queriendo:
triste me pongo a llorar.

Silencio pido al silencio
para silenciar mis males
porque en ciertas ocasiones
el silencio es el que vale

Si algún comprador intenta,
la flor de vuestro corazón:
dile que compre otra flor
que la tuya no es de venta.


Tumbes, 13 de julio de 2008

Una Recompensa Inesperada

Muchas veces hemos oído frases como “los arequipeños son mala gente” o “no son afables”, hoy puedo decir que eso no es cierto. Era la quinta sede que visitaba dando conferencias por la CAF. El primer día –sábado 05/07- los casi 50 participantes habían soportado un trabajo intenso, comenzamos la faena a las 9:00 am y terminamos como a las 19 horas; luego este 2° día, domingo (6/7), de manera similar desde las 9 am hasta las 18 horas. A las 9:25 am, mientras tomaba la prueba de evaluación, di un “salto” hacia un locutorio cercano para comunicarme con Lima y abrir puntualmente el espacio radial dominical del Zaguán de Oro Puquio, donde luego de transmitir a mis oyentes mis primeras impresiones de la ciudad blanca, muy, muy superficial, saludé a los maestros de la provincia de Bolognesi y a los de mi casa, por su puesto, (mi padre, dos hermanas y un cuñado).

En la noche de ayer (sábado), mientras preparaba el mensaje de hoy (domingo), me preguntaba, ¿Porqué solo nos recordamos y los homenajeamos a los maestros de primaria?, ¿Qué de los de secundaria, y peor aún con los de la universidad?. Me di alguna explicación, será porque el niño (primaria) por su edad esta para cuidarlos y tratarlos con mas dulzura y delicadeza, mientras que para los de secundaria, en tanto mas grandecitos y respondones, antes de tener malas experiencias, el profesor solo cumple con su materia y por ende la relación es menos estrecha, esta distancia es mucho mayor en la universidad. Me dormí no sin antes dar muestras de cierta pena y disconformidad al entenderme y reconocerme un profesor de universidad, y por ello talvez, sin motivos para los recuerdos en las memorias de los alumnos.

Así transcurrió el día entre exposiciones frente a la pizarra, indicaciones, respuestas o consultas durante los trabajos grupales. Mientras ellos trabajaban me daba, de rato en rato, un tiempo para salir a la azotea del predio donde estaba el auditorio, y miraba al Misti, altísimo, sin su copo de nieve, sus pendientes de tierra estéril grisácea oscura, incitaban a pensar y preguntarse ¿A dónde radica su belleza?. Si no tiene árboles, ni caídas de agua, ni animales, ni flores. ¿Es eso bello?. Entre esas idas y venidas buscando en el Misti la explicación a su grandeza, comprendí, que su belleza, está en el significado que el arequipeño tiene de él, es el fondo permanente a cualquier foto que se tomaron sus abuelos y toda la descendencia, es el símbolo distintivo de las postales, es la fuente de inspiración de sus poetas y también el cuño de su valentía y radicalismo.

En medio de esos devaneos, de caminatas caóticas, fui sorprendido por uno de los alumnos, con la solicitud de otorgarles unos minutos que ellos deseaban decir algo, siendo tan cortos minutos que se perdería, accedí; pero grande fue mi sorpresa, cuando uno de ellos se dirigió a mi persona a nombre de todos los participantes y entregándome un regalo me expresó “feliz día maestro”, ellos sin saber habían cubierto la nostalgia de ayer y me habían devuelto la alegría de ser maestro o mas ciertamente profesor, a pesar que solo estuve con ellos 2 días, y como ratificando que el arequipeño es grato me colmaron de alegría cuando me dedicaron en coro tres hermosas canciones representativas de esta bella ciudad: Volver, Melgar y Silvia, conteniendo mi emoción agradecí y para mis adentros quedó burilado que los arequipeños son afables, son gente. Viva Arequipa.


Arequipa (aeropuerto), 06 de julio de 2008

Huancayo Libertad y Comercio

No hay peruano que no sepa de la Batalla del 6 de Agosto, el Convento de Ocopa, las Cuevas de Huagapo, la laguna de Paca, el baile del Huaylas, la Mulisa, la Chonguinada, las truchas de Ingenio, o los cantantes como el Chato Grados, la Flor Pucarina, etc. , todo eso y mucho mas es Huancayo.

Desde Lima en una pequeña avioneta de 12 pasajeros en tan solo 40 minutos de vuelo suave arribamos a Jauja a las 9:42 minutos; luego de una hora en taxi entrábamos por la avenida Real a la ciudad de Huancayo. Había estado por aquí el 2000, en estos 8 años la ciudad ha cambiado, se ha modernizado, el comercio como actividad principal impresiona a lo largo de su principal avenida, cuyo nombre recuerda el Qhapaq Ñam o Camino Real Inca, sobre el que se habría levantado esta avenida, que hoy también es la continuación de la carretera central que sale desde Lima. La constelación de tiendas, restaurantes, bancos, casas fotográficas y tragamonedas, no se ven eclipsadas, por suerte, de mototaxis, a diferencia de Pucallpa o Iquitos, debe ser por el frío, dándole mas jerarquía y apariencia de modernidad. Con tres soles te desplazas a cualquier lugar por taxi que, para variar, son de modelo “station wagon”, color blanco y timón cambiado.

El nombre de esta ciudad, a decir de la referencia que tengo en mis manos, proviene del nombre preinca del lugar que se llamaba Huancayok, donde habría habido una pequeña laguna en cuyo centro existía un piedra de regular tamaño considerada como sagrada. Huanca significa piedra, yok indica posesión, entendiéndose así como “que posee piedra”, que para el caso sería sagrada. En el camino de los incas desde Cuzco a Quito, Huancayok quedaba a un centenar de metros de esta gran vía, el lugar era conocido como Huamanmarca (sitio de parada de halcón), este lugar se convirtió en lo que es el centro de la ciudad.

En las noches como en toda ciudad donde se mueve mucho dinero, hay variadas discotecas, el jirón Puno en las noches destellan luces multicolores invitando a pasar. El frío para una ciudad de 3380 m snm, no es tanta como en mi tierra Chiquián (3350) o en Cuzco (3400), lo que permite caminar y visitar tiendas, restaurantes o dar un paseo por la plaza de armas llamada Constitución, en recuerdo a que en esta casa situada en la esquina de la plaza se dio en 1813 la jura a la constitución de Cádiz de 1812. En el centro de la plaza está el monumento a Ramón Castilla, en homenaje a que desde aquí el 3 de diciembre de 1854, siendo presidente provisorio, dio su proclama de la libertad de los esclavos, en la base del mismo se lee:

“Articulo único: los varones y las mujeres tenidas hasta ahora, en el Perú, por esclavos o por siervos libertos, sea que su condición provenga de haber sido enajenados como tales o de haber nacido de vientres esclavos, sea que de cualquier se hallen sujetos a servidumbre perpetua o temporal; todos sin distinción de edad, son desde hoy para siempre eternamente libres”.

Las noches en las plazas de las provincias convocan a la gente a caminar y conversar, en especial a los jóvenes. A diferencia de Pucallpa, aquí todo está limpio, las ropas que usan los transeúntes hacen notar que aquí hay mayor poder adquisitivo.

No podría irme de esta hermosa ciudad sin tomar un desayuno en el mercado con el típico caldo de cabeza o mondongo, o el patache (trigo con karán -pellejo de chancho); para el almuerzo una entrada de papa a la huancaína, todo un símbolo de la gastronomía peruana, y como plato de fondo la pachamanca.

En la noche mientras cenábamos, calentados por leña, en el cómodo restaurante La Cabaña, conversábamos sobre sus productos de mayor realce, ellos me citaban a la papa, maíz, zanahoria, trigo, cebada, frijoles y recientemente la alcachofa y por su puesto las truchas de Ingenio, que la consideraban la mejor del Perú, hoy se exportan en enlatados. Entre sus personajes ilustres recordamos con admiración a Juan Parra del Riego, Ramiro Prialé, Zenobio Daga (músico), Josué Sánchez (pintura) o Valdemar Espinoza (historiador). En el deporte, especialmente corredores de largas distancias, como Florinda Camayo, Hugo Gavino o Inés Melchor. Nos aseguran que en Huancayo los 365 días del año son fiestas, por lo que somos los que consumimos mayor cantidad de cerveza que cualquier departamento, de ahí nuestra fama. Somos de competencia cosa que se manifiesta de forma particular durante los matrimonios con la Palpa.

En estos cortos dos días de conversaciones amenas, me llevo la impresión que nuestros amigos huancaínos, son personas muy gratas, alegres y conversadoras, muy orgullosos de sus costumbres, de su música, de sus danzas, de ser descendientes de una nación de guerreros indomables, los Wankas, de cuya prestancia la ciudad es considera La Incontrastable. Una ciudad de libertad y comercio.

Cierro el Zaguán haciendo notar que este potencial que tiene Huancayo necesita de fortalecer sus capacidades de transformación, que solo se consigue utilizando el conocimiento, fundamentalmente, ciencia y tecnología (me vuelve a la mente la sentencia del presidente Lula, “seremos un país desarrollado cuando exportemos conocimiento”). Esta debilidad se refleja en la escasez de grandes empresas industriales, cosa que sucede en muchas partes del país, particularmente en la sierra, donde la economía está basada en la extracción minera o venta de productos sin procesarlos. Este es un indicativo que estamos desaprovechando los tiempos de auge para sembrar bases de un desarrollo sostenible.

Y mientras cae el telón me despido con las letras de la hermosa y representativa canción del centro “Jauja” de Juan Bolivar:

Jauja, ¡qué dulzura!,
Rinconcito de mi valle que yo quiero.
Pedacito de cielo, alegría del corazón.

Eres, por tu clima,
el orgullo de mi patria,
¡qué fortuna!

En el mal un consuelo,
en la vida una esperanza.

Recordaré a mi tierra
y a mi linda paisana
como la flor más querida
que en mi vida llevaré.


Huancayo, 22 de junio de 2008

Pucallpa un Abrazo de Sol

Mientras el avión afianzaba su altura, luego de dejar el aeropuerto Jorge Chávez, comenzaron los incómodos sacudones, entonces, volvió a mi mente, el vuelo fatídico del equipo del Alianza Lima, aquel 8 de diciembre de 1987 (el Fokker F-27 de la Marina de Guerra), cuando retornaban de Pucallpa, la ciudad a la cual, precisamente, estábamos yendo. Ciudad selvática por la que muchos tenemos imágenes prejuiciosas como hacia la mujer “charapa”, o que habiendo tanto calor y lluvia, el trabajo es solo a “media máquina”.

Ahora, que por trabajo he venido a visitarla, compruebo que mucho de lo dicho es fantasía. Las mujeres son tan o mas serias que en cualquier lugar del Perú, que el calor con su 25°C a 40°C, las obligue a caminar con menos ropa y mas livianas, no las hace mas fáciles, sucede lo mismo que en Lima, cuando llega el verano. El abrazo que ofrece Pucallpa, a diferencia del Cusco, es que aquí, el sol te abraza y no te suelta, te empuja a refrigerarte a cada instante, particularmente a los foráneos o no adaptados. Por esta ciudad se abren las puertas del gran río Ucayali, proveedor de vida, de peces, de frutas, de árboles y transporte.

Pucallpa, en quechua significa, tierra colorada (puca: rojo, hullpa: tierra), es una ciudad pujante, en permanente movimiento, en el día sus calles principales se repletan de miles de cigarras electromecánicas, como son los mototaxis y motocicletas, que para conversar, tienes que gritar. Una contaminación tan peligrosa cuanto el humo de motores. Estos vehículos, se han adaptado tan bien al medio, que los pasajeros la prefieren, porque les alivia el calor, a pesar que el viento les sople con tanta fuerza la cara, que el pasajero prácticamente viaja con los ojos cerrados, mientras se mueven entre el polvo y el ruido ensordecedor. De esta manera, se movilizan casi la totalidad de sus 180 mil habitantes.

Los nombres selváticos suenan agradables, extraños, exóticos, casi desconocidos por los costeños y serranos, por ejemplo, frutas como, arazú, copoazú, macambo, aguaje, unguravi. O peces como, doncella, dorado, chiripiva, paiche, palometa, yulilla, carahuaso, saltón. O en bebidas como, masato, aguajina, chapo. Y cuando se está en Pucallpa, no se puede dejar de visitar los mercados donde se preparan los famosos “viagras selváticos”, mas bien exagerados en su efectividad, como el RC, parapara, leva, etc. , que vienen a ser combinaciones de cortezas, frutos tropicales y raíces de plantas, como el chuchuwasi, clavohuasca, hultuchado, con aguardiente puro de caña. Que a decir de los expertos, no pasa nada. Talvez el única eficaz sea el retoño de la caña brava que crece a las orillas del río, me comenta el cocinero del restaurante del hotel Virrey, donde me hospedé, Jr. Tarapacá 945.

Hurgando en la historia, encontramos que se fundó el año de 1883, en la época del auge comercial del caucho, hoy, es la capital de la región de Ucayali y de la provincia Coronel Pedro Portillo Silva. Es el enlace por carretera con Tingo María, Huánuco, Cerro de Pasco y Lima, único camino para que la madera aserrada llegue a la capital de la república. También, diremos, que sus escasos 90 km que lo separan de Brasil (Cruzeiro do Sul) hace que los vuelos desde el aeropuerto sean baratos y rápidos, cosa que no ocurre ni por tierra ni por río.

Pero, en medio de ello, todas las noches en la plaza de armas, se reúnen los pobladores menos pudientes, aquellos que adolecen de entretenimiento (radio, TV) en sus hogares. La inmensa plaza de unas 1.5 Ha., se llena de ambulantes, que expenden sus simples productos tirados en el piso, o anticucheras, o vendedores de huevo duro, niños vendiendo gelatina, en uno y otro lado están grupos rodeando a charlatanes, otros a predicadores, y lo mas concurrido es la rotonda, ubicada en la esquina de la plaza, donde los cómicos ambulantes, hacen reir hasta al mas serio, que por mas que aprietes el puño, no lo logras ante tan creativas ocurrencias. Estas escenas nos vuelven a la realidad y nos pintan la cara diciéndonos que ésta es exclusión, ésta es extrema pobreza, que tienen rostro de niños, de mujeres y de indígenas.

Viéndolos a ellos, de cerca, nos conmueve el corazón, y también, nos motiva, a conocerlos, ayudarlos y defenderlos para impedir que sean echados de sus territorios, con desprecio, arrogancia y engaños, bajo el mensaje de mayor progreso y desarrollo que nunca los alcanza. Por el contrario aumenta la deforestación y las zonas urbanas siempre en su desmedro.

Cuando vemos esta situación y la comparamos con los barrios exclusivos de Lima, como San Isidro, Casuarinas, Chacarilla, Planicie, etc., nos damos cuenta que en el Perú hay muchos ricos, pero muchísimos mas pobres, que no solo nos remecen la conciencia, sino que nos convoca a la acción, a volver la mirada hacia ellos, a los excluidos, a los que, independientemente del gobierno de turno e ideología, siempre se los ha olvidado, son consecuencia de siglos de centralismo y explotación.

Por eso estimados oyentes, salgamos desde nuestros “palacetes” capitalinos al encuentro de ellos, visitemos el interior del país, subamos cerros, caminemos arenales, visitemos la selva y allí los hallaremos, hambrientos, sedientos, enfermos o analfabetos. Si los viéramos, seguramente se convertirían en impulso que nos motive a trabajar mejor, a no exagerar nuestras alegrías, nuestras fiestas, a no derrochar los recursos, sino por el contrario a compartir, a guardar algo para ellos, a solidarizarnos con el mas débil, con el indígena, con el anciano, con los niños y la mujeres abandonadas.

A pesar de los años transcurridos todavía sigue vivo la convocatoria de César Vallejo: Hermanos hay muchísimo que hacer!! – y particularmente en nuestras zonas de selva y sierra alta, donde nuestro poeta universal aún clama:

Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
¡tú no tienes Marías que se van!

Dios mío, y esta noche sorda, obscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.


Pucallpa, 8 de junio de 2008

Una Visita a Cusco Siempre es Ilusión

Hacer una vista a Cusco, para los peruanos, es un reencuentro con nuestra historia de grandeza y orgullo, los programas básicos que solemos construir consisten del City Tour y la visita a Machupicchu, sin embargo, cuando se va por trabajo, te contentas con mirar, desde el táxi o la ventana del hotel, las fachadas impresionantes de las construcciones Incas, los techos rojizos de las tejas, o en las noches algunas fiestas de la infinidad que tienen en Junio.

En esta oportunidad, el trabajo, me obligaba a contentarme con mirar la ciudad imperial desde el avión , porque inmediatamente a su, en el Alejandro Velasco Astete, a las 7:20 am, con 3 grados de temperatura, tomamos un taxi, para enrumbarnos hacia el Valle Sagrado, a la ciudad de Urubamba, donde luego de atravesar, chacras de cebada en época de cosecha, mirar las lagunas dadoras de vida, alimentadas de los nevados cercanos, descendimos los 1200 metros, que separan a estas ciudades, en casi una hora, como serrano de alturas níveas, el soroche eran solo palabras.

A las 9 en punto, luego de darnos un baño agradable con agua tibia en el Hostal, Pumawanka, sito en la calle La Convención, estábamos listos para iniciar las clases de Herramientas de Liderazgo, que es el primer módulo del éxitoso Proyecto, Lideres Para La Transformación Tercera Versión; este programa me ha permitido visitar casi todas las regiones del Perú, y compartir conocimiento con casi 1000 lideres naturales en las dos versiones anteriores.

También, a admirar y entender las bellezas del Perú y sus potencialidades, como es el caso de Urubamba, donde quedé muy impresionado de su mercado, grande, techado y sobre todo del gran movimiento comercial, mi pueblo de Chiquián, también capital de provincia, es un vendedor de golosinas comparado con lo que observé. Como demostrando que la globalización llegó a todos los lugares del país, comimos, en la noche tibia, unas pizas horneadas al contacto de la leña, que acompañados de un buen tinto Navarro Correa, recordábamos las costas del adriático, sinceramente, eran tan o más sabrosas que los restaurantes italianos.

Cuando veo nuevamente a nuevos jóvenes, adultos, alumnos, profesionales, técnicos, artesanos, agricultores, todos líderes de diversas organizaciones (parroquias, asociaciones, clubes de madres, partidos políticos, gobiernos locales, sindicatos etc), animosos, alegres, entusiastas, reunidos para dedicarle horas de estudios, discusión y participación, los sábados y domingos, me devuelve la esperanza y convencimiento, que sobre ellos realmente se sustenta el progreso del país.

Ellos siendo conductores de sus organizaciones, son los líderes que nos hacen falta, porqué están convencidos que, en la actualidad, no vasta tener condiciones naturales de liderazgo, para enfrentar los cambios tan rápidos observados en la sociedad mundial, nacional y local, sino, también se requiere aprender nuevas herramientas, adquirir mas información, compartir experiencias y construir nuevas alianzas para enfrentar de forma colectiva los grandes retos de equidad, lucha contra la pobreza, respeto al medio ambiente, el cambio climático, empleo, servicios básicos y que a la vez, nos redoble esperanzas de un desarrollo construido, que garantice la vida de nuestras posteriores generaciones. Estas dos aspiraciones de cohesión social y desarrollo sostenible, serán realidad si fortalecemos los dos pilares sobre los que ellos se sustentan las Capacidades de Organización y las Capacidades de Transformación.


Urubamba, 01 de junio de 2008