Hacer una vista a Cusco, para los peruanos, es un reencuentro con nuestra historia de grandeza y orgullo, los programas básicos que solemos construir consisten del City Tour y la visita a Machupicchu, sin embargo, cuando se va por trabajo, te contentas con mirar, desde el táxi o la ventana del hotel, las fachadas impresionantes de las construcciones Incas, los techos rojizos de las tejas, o en las noches algunas fiestas de la infinidad que tienen en Junio.
En esta oportunidad, el trabajo, me obligaba a contentarme con mirar la ciudad imperial desde el avión , porque inmediatamente a su, en el Alejandro Velasco Astete, a las 7:20 am, con 3 grados de temperatura, tomamos un taxi, para enrumbarnos hacia el Valle Sagrado, a la ciudad de Urubamba, donde luego de atravesar, chacras de cebada en época de cosecha, mirar las lagunas dadoras de vida, alimentadas de los nevados cercanos, descendimos los 1200 metros, que separan a estas ciudades, en casi una hora, como serrano de alturas níveas, el soroche eran solo palabras.
A las 9 en punto, luego de darnos un baño agradable con agua tibia en el Hostal, Pumawanka, sito en la calle La Convención, estábamos listos para iniciar las clases de Herramientas de Liderazgo, que es el primer módulo del éxitoso Proyecto, Lideres Para La Transformación Tercera Versión; este programa me ha permitido visitar casi todas las regiones del Perú, y compartir conocimiento con casi 1000 lideres naturales en las dos versiones anteriores.
También, a admirar y entender las bellezas del Perú y sus potencialidades, como es el caso de Urubamba, donde quedé muy impresionado de su mercado, grande, techado y sobre todo del gran movimiento comercial, mi pueblo de Chiquián, también capital de provincia, es un vendedor de golosinas comparado con lo que observé. Como demostrando que la globalización llegó a todos los lugares del país, comimos, en la noche tibia, unas pizas horneadas al contacto de la leña, que acompañados de un buen tinto Navarro Correa, recordábamos las costas del adriático, sinceramente, eran tan o más sabrosas que los restaurantes italianos.
Cuando veo nuevamente a nuevos jóvenes, adultos, alumnos, profesionales, técnicos, artesanos, agricultores, todos líderes de diversas organizaciones (parroquias, asociaciones, clubes de madres, partidos políticos, gobiernos locales, sindicatos etc), animosos, alegres, entusiastas, reunidos para dedicarle horas de estudios, discusión y participación, los sábados y domingos, me devuelve la esperanza y convencimiento, que sobre ellos realmente se sustenta el progreso del país.
Ellos siendo conductores de sus organizaciones, son los líderes que nos hacen falta, porqué están convencidos que, en la actualidad, no vasta tener condiciones naturales de liderazgo, para enfrentar los cambios tan rápidos observados en la sociedad mundial, nacional y local, sino, también se requiere aprender nuevas herramientas, adquirir mas información, compartir experiencias y construir nuevas alianzas para enfrentar de forma colectiva los grandes retos de equidad, lucha contra la pobreza, respeto al medio ambiente, el cambio climático, empleo, servicios básicos y que a la vez, nos redoble esperanzas de un desarrollo construido, que garantice la vida de nuestras posteriores generaciones. Estas dos aspiraciones de cohesión social y desarrollo sostenible, serán realidad si fortalecemos los dos pilares sobre los que ellos se sustentan las Capacidades de Organización y las Capacidades de Transformación.
Urubamba, 01 de junio de 2008
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