lunes, 8 de septiembre de 2008

Pucallpa un Abrazo de Sol

Mientras el avión afianzaba su altura, luego de dejar el aeropuerto Jorge Chávez, comenzaron los incómodos sacudones, entonces, volvió a mi mente, el vuelo fatídico del equipo del Alianza Lima, aquel 8 de diciembre de 1987 (el Fokker F-27 de la Marina de Guerra), cuando retornaban de Pucallpa, la ciudad a la cual, precisamente, estábamos yendo. Ciudad selvática por la que muchos tenemos imágenes prejuiciosas como hacia la mujer “charapa”, o que habiendo tanto calor y lluvia, el trabajo es solo a “media máquina”.

Ahora, que por trabajo he venido a visitarla, compruebo que mucho de lo dicho es fantasía. Las mujeres son tan o mas serias que en cualquier lugar del Perú, que el calor con su 25°C a 40°C, las obligue a caminar con menos ropa y mas livianas, no las hace mas fáciles, sucede lo mismo que en Lima, cuando llega el verano. El abrazo que ofrece Pucallpa, a diferencia del Cusco, es que aquí, el sol te abraza y no te suelta, te empuja a refrigerarte a cada instante, particularmente a los foráneos o no adaptados. Por esta ciudad se abren las puertas del gran río Ucayali, proveedor de vida, de peces, de frutas, de árboles y transporte.

Pucallpa, en quechua significa, tierra colorada (puca: rojo, hullpa: tierra), es una ciudad pujante, en permanente movimiento, en el día sus calles principales se repletan de miles de cigarras electromecánicas, como son los mototaxis y motocicletas, que para conversar, tienes que gritar. Una contaminación tan peligrosa cuanto el humo de motores. Estos vehículos, se han adaptado tan bien al medio, que los pasajeros la prefieren, porque les alivia el calor, a pesar que el viento les sople con tanta fuerza la cara, que el pasajero prácticamente viaja con los ojos cerrados, mientras se mueven entre el polvo y el ruido ensordecedor. De esta manera, se movilizan casi la totalidad de sus 180 mil habitantes.

Los nombres selváticos suenan agradables, extraños, exóticos, casi desconocidos por los costeños y serranos, por ejemplo, frutas como, arazú, copoazú, macambo, aguaje, unguravi. O peces como, doncella, dorado, chiripiva, paiche, palometa, yulilla, carahuaso, saltón. O en bebidas como, masato, aguajina, chapo. Y cuando se está en Pucallpa, no se puede dejar de visitar los mercados donde se preparan los famosos “viagras selváticos”, mas bien exagerados en su efectividad, como el RC, parapara, leva, etc. , que vienen a ser combinaciones de cortezas, frutos tropicales y raíces de plantas, como el chuchuwasi, clavohuasca, hultuchado, con aguardiente puro de caña. Que a decir de los expertos, no pasa nada. Talvez el única eficaz sea el retoño de la caña brava que crece a las orillas del río, me comenta el cocinero del restaurante del hotel Virrey, donde me hospedé, Jr. Tarapacá 945.

Hurgando en la historia, encontramos que se fundó el año de 1883, en la época del auge comercial del caucho, hoy, es la capital de la región de Ucayali y de la provincia Coronel Pedro Portillo Silva. Es el enlace por carretera con Tingo María, Huánuco, Cerro de Pasco y Lima, único camino para que la madera aserrada llegue a la capital de la república. También, diremos, que sus escasos 90 km que lo separan de Brasil (Cruzeiro do Sul) hace que los vuelos desde el aeropuerto sean baratos y rápidos, cosa que no ocurre ni por tierra ni por río.

Pero, en medio de ello, todas las noches en la plaza de armas, se reúnen los pobladores menos pudientes, aquellos que adolecen de entretenimiento (radio, TV) en sus hogares. La inmensa plaza de unas 1.5 Ha., se llena de ambulantes, que expenden sus simples productos tirados en el piso, o anticucheras, o vendedores de huevo duro, niños vendiendo gelatina, en uno y otro lado están grupos rodeando a charlatanes, otros a predicadores, y lo mas concurrido es la rotonda, ubicada en la esquina de la plaza, donde los cómicos ambulantes, hacen reir hasta al mas serio, que por mas que aprietes el puño, no lo logras ante tan creativas ocurrencias. Estas escenas nos vuelven a la realidad y nos pintan la cara diciéndonos que ésta es exclusión, ésta es extrema pobreza, que tienen rostro de niños, de mujeres y de indígenas.

Viéndolos a ellos, de cerca, nos conmueve el corazón, y también, nos motiva, a conocerlos, ayudarlos y defenderlos para impedir que sean echados de sus territorios, con desprecio, arrogancia y engaños, bajo el mensaje de mayor progreso y desarrollo que nunca los alcanza. Por el contrario aumenta la deforestación y las zonas urbanas siempre en su desmedro.

Cuando vemos esta situación y la comparamos con los barrios exclusivos de Lima, como San Isidro, Casuarinas, Chacarilla, Planicie, etc., nos damos cuenta que en el Perú hay muchos ricos, pero muchísimos mas pobres, que no solo nos remecen la conciencia, sino que nos convoca a la acción, a volver la mirada hacia ellos, a los excluidos, a los que, independientemente del gobierno de turno e ideología, siempre se los ha olvidado, son consecuencia de siglos de centralismo y explotación.

Por eso estimados oyentes, salgamos desde nuestros “palacetes” capitalinos al encuentro de ellos, visitemos el interior del país, subamos cerros, caminemos arenales, visitemos la selva y allí los hallaremos, hambrientos, sedientos, enfermos o analfabetos. Si los viéramos, seguramente se convertirían en impulso que nos motive a trabajar mejor, a no exagerar nuestras alegrías, nuestras fiestas, a no derrochar los recursos, sino por el contrario a compartir, a guardar algo para ellos, a solidarizarnos con el mas débil, con el indígena, con el anciano, con los niños y la mujeres abandonadas.

A pesar de los años transcurridos todavía sigue vivo la convocatoria de César Vallejo: Hermanos hay muchísimo que hacer!! – y particularmente en nuestras zonas de selva y sierra alta, donde nuestro poeta universal aún clama:

Dios mío, estoy llorando el ser que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
¡tú no tienes Marías que se van!

Dios mío, y esta noche sorda, obscura,
ya no podrás jugar, porque la Tierra
es un dado roído y ya redondo
a fuerza de rodar a la aventura,
que no puede parar sino en un hueco,
en el hueco de inmensa sepultura.


Pucallpa, 8 de junio de 2008

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