domingo, 25 de enero de 2009

IPEN en desintegración


Hoy parado en la esquina del edificio que cobija al reactor RP0 y el patio de la bandera, miraba hacia el edificio de lo que fue el CSEN, donde estudiamos el año 1979, la maestría en energía nuclear, y luego las diversas versiones de esta maestría y especialización de Técnicos Nucleares, allí en el primer piso estaba la biblioteca, con muchos libros y revistas, mesas para lectura y la excelente atención de la Sra. Irma López de Castilla. Ella te ayudaba a organizar la mejor búsqueda, en esos tiempos por los 80´s teníamos el apoyo de Brasil, con su efectivo SONAR, muchos de los trabajos e investigaciones se consolidaron con esta colaboración. De donde salía el dinero para que nos llegase por escrito montañas de artículos, nunca entendí.
Pero no todo era estudio y trabajo, allí en el CSEN, también practicábamos después de las hora de trabajo un poco de música latinoamericana, que ciertamente estaba de moda. Con nuestros ahorros compramos los instrumentos que nos parecían más cercanos a nuestro aprendizaje, así nuestra responsable de la biblioteca escogió el bombo, lo aprendió muy bien luciéndose en algunas actuaciones que el grupo tenía en el trabajo o en aniversarios. Yo escogí la quena creyendo que, porque nuestro amigo José Albornoz lo hacía muy bien en el grupo Huayanay, nos ayudaría, y también aprendería, cosa que no ocurrió a pesar de mis esfuerzos, que incluyó un mes de estudio en la San Marcos del parque universitario. También en la biblioteca nos reuníamos para conversar sobre el Perú, la situación social, política y científica, indefectiblemente terminábamos poniendo como ejemplo el caso del IPEN.


En una de estas reuniones a veces se incorporaba Benjamín (Marticorena), que en base a sus firmes y claras ideas, sobre el entorno nacional y mundial, nos aliviaba el camino. En estas pequeñas tertulias surgieron los cimientos para construir las organizaciones de los profesionales como la APN (Asociación de Profesionales Nucleares) y luego, cuando las cosas se pusieron perores, el SEIPEN (Sindicato de Empleados del IPEN).


En el segundo piso estaba el laboratorio de química con Paula (Olivera) y Juan (Arellano), allí se sentaron las bases de la aplicación nuclear, Trazadores Radioactivos, con él amante también como yo del fútbol, integramos la selección del IPEN y enfrentamos en campeonatos de Centromín o Petroperú a otras instituciones, siempre dejando bien puesto el nombre de los nucleares peloteros. Igualmente en el segundo piso estaban las aulas, que fueron inauguradas precisamente con la maestría de energía nuclear de mi promoción, que la iniciamos en lo que es hoy el auditorio que a inicio del 2º semestre nos mudamos. De esa promoción recuerdo con claridad a los alumnos y profesores de San Marcos, como Mateo Márquez y de la UNI a Moisés Sánchez, y a Lucho Villanueva quien de vez en cuando nos invita a su casa donde volvemos a vernos con el aviador Miyahira, el electrónico nuclear Amico, el mecánico Martínez. Esta mención la realizo a aquellos que no trabajan en el IPEN. Pero, es inevitable que estando en estos días en el RP0, me entre nostalgia y tristeza al ingresar a la consola del reactor y recordar a Eleuterio (Alvarez) operador de esta instalación, de los mas entretenidos personajes, sus historias siempre terminaban en anécdotas eróticas. Murió en un accidente ejerciendo su trabajo de inspector de obras del MEM (Ministerio de Energía y Minas).


Parado frente a este edificio que ya no pertenece al IPEN, ahora es del Ingemmet, discurren por mi mente páginas de aquellas épocas, cuando el IPEN se erguía como una institución jòven, en construcción, victoriosa y con futuro. Hoy contrariamente con profesionales de promedio 50 años, parece una institución cansada, sin esperanza en clara desintegración. Todo ha sido cedido a alguna institución del estado solo ha quedado el edificio del RP0 y el minúsculo ambiente de lo que era el generador de neutrones. La oficina de la presidencia del IPEN, ahora ocupa lo que era la oficina de mantenimiento del RPP0, allí apretujados también están la secretaría general y secretarias disputándose cada milímetro cúbico de aire. No sería sorpresa que muy pronto también desaparezca este ambiente del RP0, simplemente porque no se sabe transmitir a la opinión publica el uso del reactor, tenemos un presidente que no sale ni para almorzar, tienen el complejo de Platón de las cavernas, ser rey de la oscuridad.


En el tercer piso de ese edificio (CSEN) estaban las oficinas de Seguridad Nuclear y de Materias Primas de esta última dependencia no ha quedado nada, se perdió todo el conocimiento adquirido sobre el manejo del uranio, la política de combustibles nucleares desapareció con la llegada de Fujimori, mientras que Chile, lo consolidó y hoy se da el lujo de montar sus propios elementos. En seguridad estaba el laboratorio de calibraciones, desde allí nos saludaba con sonrisa exigida la Srta. Carmen del Mas, quien murió muy joven, pero su esfuerzo y dedicación está vigente en lo que es hoy el nuevo y moderno Laboratorio de Patrones Secundarios, que destaca nítidamente en el Centro Nuclear RACSO a pesar del poco apoyo que le brindan las autoridades del IPEN. Honor al mérito de sus incasables trabajadores como Tony (Benavente) y Elder (Celedonio).

Mirar el edificio de la alta dirección, que hoy pertenece a Perupetro, es recordar aquella escena de setiembre de 1984, cuando el presidente de entonces el general Barreda, en una mañana frente a todos los trabajadores, que se habían movilizado hacia su oficina para respaldar a sus dirigentes quienes tuvieron una reunión con él por reclamos justos principalmente económicos, se dirigió a todos los asistentes desde su balcón:


“Me parece muy bien que estén juntos, y aprovecho para recordarles, particularmente a los nuevos, de cómo he mejorado esta institución. Gracias a mi gestión hemos construido ese edificio –señalando el CSEN- y vamos a continuar con las oficinas de administración… “


Continuó narrando, mas aspectos, para luego finalizar.


“De modo que yo les pido que vuelvan a sus oficinas”.


Cuando trató de volver a su oficina, los dirigentes que también estábamos en el balcón, porque habíamos salido de la sala de reuniones, donde se le planteó:


“Hemos venido los delegados de las diversas direcciones, a pedirle que usted en persona, realice las últimas gestiones, en el MEF, para posibilitar un aumento de salario, sabemos que dicha gestión es vital y factible de concluirla exitosamente”.


Por entonces, el presidente debía asistir a una reunión anual en Viena en la misma fecha de las gestiones. Además le pedimos que la respuesta se la diera directamente a los trabajadores, que estaban afuera. Pues se escuchaban las arengas en la sala de reuniones. A lo que él con semblante furioso aceptó, dándonos la sensación que no temía a nada, y se dirigió hacia el balcón, donde también salimos todos. Decíamos que cuando el quiso dar la vuelta a volver a su oficina, yo le pedí un segundo, él se detuvo y me dio la oportunidad para dirigirme a todos los presentes:


“Sr. General, un segundo por favor, aquí hemos venido todos los trabajadores para pedirle que usted realice las gestiones personalmente, por ello necesitamos su respuesta”.


Entonces con el semblante casi blanco, pétreo dijo:


“Muy bien si ustedes quieren mi respuesta clara, les digo que yo acostumbro hablar y dialogar con todos, incluso me podría sacar la camisa si me lo piden por las buenas, pero cuando me vienen en mancha como hoy jamás sedo, como soldado tengo responsabilidades que cumplir. Por ello sí voy a viajar a Viena. Eso es todo se pueden retirar”.


Luego de este desenlace, la confrontación trabajadores con las autoridades de turno no decayeron por el contrario se exacerbaron, hasta el punto que hubieron despedidos, pero que luego se consiguió su reposición y finalmente se logró su renuncia, retirándose con él un grupo de casi 8 militares ubicados en diversos cargos técnicos.


Tratando de cerrar esta pagina mientras observo este balcón, que ya no pertenece al IPEN, vuelve a mi mente, la imagen que desde arriba divisé de Miriam (López) que trabajaba en el generador de neutrones que como toda buena estudiante salió al extranjero para culminar su postgrado en EEUU. Lo logró pero la muerte traicionera se la llevó desde Canadá sin darnos tiempo para felicitarla y contarle que el IPEN de la avenida Canadá está muriendo, sin que nos demos cuenta. Qué coincidencias.


Lima, 22 de Enero de 2009

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