lunes, 26 de febrero de 2007

¡Qué difícil es manejar nuestro tiempo!


Nos vamos haciendo viejos y aún seguimos con los hábitos desordenados de emplear mal el tiempo, sean estos largos periodos o breves momentos, vivimos las consecuencias de esas decisiones. Solemos escuchar ¡Mi vida es muy agitada!. Nos desespera, nos atormenta la duda: ¿Qué hacemos que realmente sea importante?. Mi familia es importante, pero también mi trabajo, ese es mi eterno conflicto. ¿Es posible encontrar el éxito y la felicidad verdaderos en la oficina y en casa?.

Manejar el tiempo exige hacer un alto para meditar, pensar y replantear la vida. Platón decía “ La vida que no se examina no merece la pena de ser vivida”. Si seguimos haciendo lo que hacemos no hay duda que seguiremos obteniendo lo mismo. Einstein decía “No podemos solucionar los problemas trascendentales con que nos enfrentamos con el mismo nivel de pensamiento que los creó”. Por ello no es negativo ni inmaduro ni vergonzante estudiar estos conceptos, emplear herramientas que nos sirvan para reenfocar nuestra vida y nuestra carrera.

Un ejemplo absurdo pero útil es imaginarse nuestro obituario, allí mientras nos entierran: ¿Qué dirían de nosotros nuestros seres queridos?. Y qué luego de un mes. Y qué luego de mucho tiempo. ¿Qué es lo que nos gustaría oir?. Mientras estamos vivos tenemos que volver a la pregunta ¿Qué es lo que quiero en la vida? ¿Qué hago que realmente sea importante?: para conmigo mismo, para mis seres queridos, para mi carrera, para mis amigos, para el prójimo. ¿Cuáles son mis prioridades?.

Una evaluación corta para saber que estamos en buen camino: nuestros clientes, jefe, colegas reconocen nuestro esfuerzo por llegar a nuestras metas. Muy difícilmente promovemos crisis en el trabajo. Con regularidad nos consideran para tomar responsabilidades adicionales. Conocemos fácilmente nuestra contribución a la organización. Nos sentimos motivados y con energía por nuestro trabajo. Logramos resultados.


Para saber que vamos por el camino equivocado : trabajamos fuerte pero no llegamos a ningún lado. Recibimos bajas calificaciones de desempeño. Nuestros clientes llaman para quejarse. Somos los únicos que nos consideramos que estamos haciendo buen trabajo. Siempre lo hacemos a última hora. Pasamos mucho tiempo socializando y/o quejándonos. No sabemos cuales son nuestras prioridades.

En los momentos actuales de clara competencia, necesitamos revisar nuestro plan de carrera: cuál es el destino, cómo está el vehículo y qué hoja de ruta seguiremos. El reto está en disfrutar el viaje que emprendamos.

Muchos hemos estudiado y manejamos con destreza los conceptos de Plan Estratégico, entonces empleémoslo en el ámbito personal o familiar: preparemos los análisis internos (de fortalezas y debilidades) y externos (amenazas y oportunidades), definamos la misión, objetivos, estrategia y control. Acostumbrémonos a establecer los presupuestos personal y familiar, ingresos y gastos mensuales. Definamos con claridad nuestras metas de corto plazo (6meses a 1año), mediano plazo (3 años) o largo plazo (5 años).

Establezcamos nuestro aporte de valor en la organización: Midamos el valor que generamos en la organización. Midamos el valor que la organización nos otorga. Es la manera de establecer una cultura prospectiva estratégica, que se sustenta en resultados, y en señalar primero la brújula y luego el reloj. Es compartir los principios de la mejora continua (PDCA) planificar, hacer, controlar y corregir (Plan, Do, Check, Action).

Pensamiento del dia:

El hombre ordinario solo se cuida de pasar el tiempo; el hombre de talento, de emplearlo.
(Schopenhauer).


Agustin Zúñiga Gamarra
Lima, enero de 2007

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