Las nuves sobre las cimas de los verdes cerros que protejen esta ciudad, identificada plenamente con Bolivar, con la independencia y la alegrìa. Me recuerdan las cumbres de mi infancia, allá arriba la iglesia de Monserrate, con los aliscafos trepando, unen em mi mente, mi ciudad natal de Chiquián y su Capilla Punta, con la modernidad de esta capital; de un lado mi madre arriando a canelita que en pago a su amorosa ama, devolvía para sus hijos su leche vitamina de vida; y de otro el sueño de ver algún día a mi pueblo surcado de tecnologías que sus hijos le daría en un futuro cercano.
Sus calles angostas, alrededor del Centro, de apariencia sólida, color a piedras calizas, marmóreas, pareciera que Bolivar estuviera en cada esquina, seguro, fuerte, claro. Libertador no solo de paises sino fundamentalmente de pensamientos atávicos. Los truenos y lluvia combinados con un sol radiante, todo en un mismo día, nos advierte que la vida nacerá y existirá en estas tierras, por siempre, aún cuando algunos de sus hijos equivocados, impidan vivir en paz y amor. Cada piedra de tu hermoza plaza de armas es parte de la américa del sur, que apesar de las bombas de los M19 o las FARC, seguirán llamándonos a ser libres, rebeldes pero cariñosos, exigentes pero alegres y que al son de un vals o una cumbia, con los bombos de la U y el Nacional, saldremos a bailar y gritar que desde Boyacá a Ayachucho la américa quiere unidad, paz, progreso y vida.
Bogotá, 13 de noviembre de 2008.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario