martes, 19 de febrero de 2008

Escuelita De Mi Vida

Escuelita Prevocacional 351 de Chiquián

Por Agustín Zúñiga


Cuando recuerdo mi infancia, en los años 60, imagino las duras y gastadas carpetas de madera, el “block” de anotaciones (denominado borrador) y los cuadernos forrados con papel azul, etiqueta roja y “vinifan”, donde trabajábamos las tareas de los cursos “en limpio”. El único libro que portábamos eran las enciclopedias, Venciendo o Fanal, los usábamos diariamente. Estaban usaditos pero bien conservados, nuestros hermanos mayores los habían cuidado muy bien y con seguridad de nuestras manos pasarían a otras, por ello estaban sin anotaciones. Con el ajado maletín de cuero que colgaba sobre nuestro hombro subíamos y bajábamos las pircas de las chacras, cuando en las guerras que a puro coyllumpi nos enfrentábamos en el bosque de don Martín Vásquez en Chiccho o cuando bajábamos a Shapash a través de enredados matorrales para un buen chapuzón. Los lápices, regla, borrador, que contenían los cuidábamos como oro, pues sabíamos de la “tanda” de las madres en caso los perdieses, a pesar de eso de vez en cuando los usábamos como arcos para los partidos de fútbol que en alguna calle iniciábamos.

La pizarra de cemento y color negro, yacía al fondo del aula, el pupitre del profesor a un costado, luego dibujos, cuadros, mapas, símbolos patrios y otros adornaban sus paredes, nuestra escuela era de las mejor acabadas en la ciudad, por no decir la mejor, su ventanas altísimas para nuestra estatura, solo servían, como debe ser, para dar paso a la luz en grandes cantidades, no para distraernos ni oír el bullicio de las calles. Allí en lo alto a casi 4 o 5 metros estaba el techo, los terrados se entrelazaban y se veían fuertes lo suficiente para darnos seguridad ante los estremecedores truenos y rayos de las abundantes lluvias de algunos meses del año. En la parte posterior del aula había espacio para improvisar ejercicios de teatro, cantos, depositar herramientas didácticas, hasta incluso montar un museo propio.

Las mañanas frías y desagradables de los lunes las iniciábamos con la entonación del himno nacional, en el patio donde todas las secciones formábamos en columnas, los mas pequeños desaparecíamos tras los mas altos. Con la voz afinada de profesores y músicos a la vez, como don César Figueroa y Oswaldo Vicuña, las voces de los pequeños gorriones escolares estremecían y alegraban a los inmensos cipreses y eucaliptos que adornaban los pasadizos, patios y el bosque de nuestra escuela.

Aguardábamos el recreo con ansiedad, la campana a mitad de la mañana, anunciaba el ¡din, don! ¡din don! de la ¡Libertad!. Salíamos cual peces en el rio, directo al bosque a jugar el subibaja con árboles caídos, o a cazar arañas y alacranes desmontando las piedras de las pircas, o jugar un partidito Cahuide - Tarapacá o Alianza – U. De vez en cuando los encuentros eran tan competitivos que algunos volvían al aula con las narices coloradas y golpeadas o chinchones en la cabeza.

Con alegría iniciábamos en la tarde nuestras clases de carpintería, el profesor Quispe sabía que con esas enseñanzas alguno de los alumnos se ganaría la vida, por eso era muy exigente y meticuloso, lo mismo pasaba con Oshva en mecánica, metiendo carbón para la fragua, martillando el latón o soldando. En zapatería don Feliciano, cual abuelito, con paciencia y regaños nos enseñaba a preparar la suela, las estaquillas, los chinches, el cáñamo, pero mientras pestañeaba preparábamos “cocos” para nuestros falsos “chimpunes”. En industria, don Cástulo, nos estimulaba a conocer y usar los colores naturales de las plantas que luego se convertirían en tizas y acuarelas. En agropecuaria, don Crisólogo, nos incentivaba a atender a los pollitos en la granja y a preparar el compus, para abonar la tierra para el almacigo y luego llevar a la siembra y alcanzar la cosecha. El curso no acababa si no participabas de la venta de los productos en la feria del mercado y reforzar la cooperativa estudiantil.

Las clases aun no habían concluido al salir de la escuela, pues ante la cercanía de una actividad deberíamos preparar una obra teatral. Nuestras madres estaban avisadas que a la salida iríamos a la casa del profesor para ensayar, allí con la seriedad de actores calificados, cantábamos, declamábamos, día tras día, teníamos que volver a encantar al auditorio del teatro municipal, y poner nuevamente en alto el nombre de nuestra escuelita 351 tal cual lo hicimos en la excursión a Huari.

Hoy mientras leía los diarios sobre la educación y las opiniones de eminencias, expertas en enseñar en escuelas privadas de mucho dinero y capitalinas todas, recordé a mi escuelita, a mis profesores don Anatolio Calderón, Jorge Bravo y Arcadio Zubieta y a mis amigos Efra, Calolo, Milo, Quique, Gela y Javi chiuchis de entonces, hoy caminantes que nos alumbran con sus huellas en la tierra y el mas allá, con nostalgia, que no significa tristeza, por el contrario, alegría, alegría por reconocer y comprobar que en ese pequeño pueblo de Chiquián, tuvimos una primaria, revolucionaria en metodología de aprendizaje, y que hoy en Lima, los mas adinerados quisieran tenerla.

¡Si o no Javi, tú que desde el infinito ves todo, sabes que mucho valió crecer en Chiquián y estudiar en nuestra escuelita 351!



Lima, 17 de febrero de 2008

EL GOBIERNO SE HACE EL TERCIO

Sobre la Medida del Tercio Superior


Por Agustín Zuñiga Gamarra


En mi barrio, usualmente los deudores se hacen el tercio, para pasar piola y no pagar.

En educación algo parecido está pasando entre el gobierno y la sociedad. Cuando nos quieren demostrar que la medida del tercio superior en los procesos de concursos de plazas para maestros es la propuesta “salvadora”.

Para comenzar, la función principal de la educación, es la formación de personas, capaces de ser ciudadanos excelentes. Es decir no solo trata de adquirir conocimientos (contenidos y herramientas) sino, también, y tal vez lo mas importante, valores para ser ciudadanos.

A la luz de los hechos, no hay duda que los estudiantes que egresan de la etapa escolarizada (primaria, secundaria y universidad) en su gran mayoría, no tienen esas dos competencias en los niveles deseables.

Esta realidad nos conduce a afirmar que el sistema educativo está fallando. ¿Cuáles son los problemas?, ¿ Qué hacer? y ¿ Por dónde comenzar?. Para enfrentarlo ¿Deberíamos hacer el diagnóstico, encontrar los problemas y proponer soluciones, previamente?. Creo que no, pues todo eso, lo sabemos y está super analizado y también se sabe el qué hacer y hasta el cómo resolverlos.

Einstein decía que “no se puede encontrar soluciones con la mente que generó los problemas”, también decía que “es de locos esperar cambios cuando se hace lo mismo”. No se puede esperar cambios positivos cuando desde hace casi 30 años vemos a los mismos eternos dirigentes sindicales de un lado, igualmente, del otro lado a los eternos “sabios” dueños de los colegios particulares llenos de dinero y, también, a los beneficiados indirectos, de todo esto, los ex – ministros de los diversos gobiernos. Todos ellos son los mas vistos y escuchados en TV o radio, tratando este tema. Año, tras año dicen y hacen lo mismo. Y para demostrar lo que decía Einstein el resultado educativo es el mismo, calamitoso, deficiente y deplorable.

Si las soluciones están a la vista, y fueron aplicadas en otros países, tan pobres o peor que nosotros y hoy son ricos, ¿Porqué no se las implementa en el nuestro, ahora que se dispone de dinero?.

No queda otra conclusión tan clara y prístina que: no tienen realmente interés en resolverlo. Alguien me preguntaría con rapidez y desplante altanero, pero: ¿Quienes tendrían interés en que el pueblo siga sin educación de calidad?. Con timidez dentro del pueblo alguien le respondería:

1. Los que se hacen ricos con la proliferación de colegios y universidades particulares.
2. Los que son parte del poder concentrado en la capital.
3. Los empresarios e industriales (nacionales o extranjeros) que pagan bajos sueldos a gente menos educada
4. Los eternos jefes de partidos políticos donde a menos educados es mas fácil tenerlos como base, sin aspiraciones de liderazgo y menos desplazarlos.

A lo dicho, y tomando mas fuerza, gritó, ¿Conciudadanos necesitan mayor demostración a lo expuesto?, creo que no. Sin embargo, para algunos que se quieren hacer el tercio, les recordaré:

1. Si las escuelas y universidades públicas tuvieran los mayores niveles, los padres no enviarían a las escuelas privadas sabiendo que son carísimas.
2. Si las mejores universidades especializadas estuvieran descentralizadas el poder se desplazaría hacia el interior del país y no en grupos y familias capitalinas.
3. Los empresarios e industriales quieren que la mano de obra sea barata, por lo que si se les instruye y educa subirían los costos y eso no les conviene. O peor ejercerían su ciudadanía causando complicaciones.
4. Los partidos son dominados décadas y décadas por las mismas personas, por lo que no les conviene que ingresen nuevos y peor con nuevos conocimientos y mejor preparados. Los cuestionarían, promoverían la cultura crítica. Eso les incomoda. Podrían perder primeras planas y talvez desaparecer. No, ellos nacieron para ser lideres vitalicios. Irrebatibles su palabra es la ley.

A todo ese análisis corto lo atraviesa un eje común que es el centralismo, o mas bien la cultura centralista. Es decir que todo tiene que nacer desde la capital, decisiones, ideas e inclusive líderes. Por ello es momento que en Educación invirtamos la lógica vigente de arriba abajo, del centro a la periferia, del jefe a las bases. Y optemos por el nuevo paradigma de abajo hacia arriba, (en física esto está ocurriendo en nanotecnología revolucionando la ciencia y tecnología) o desde los alrededores al centro o desde las bases al jefe o mas sociológico desde la sociedad civil hacia el estado.

Por ello necesitamos una cultura descentralista que se refleje en la educación forjadora de autoestima, impulsora de las capacidades productivas locales, y orgullosa por sus ciudadanos que nacidos y formados en sus aulas públicas y en su geografía dan soluciones al país y al mundo.

Así que Sr. ministro no se haga el tercio. Primero díganos cuales son la universidades que están en el tercio superior. Luego díganos quienes de los ministros han estado en el tercio superior en sus promociones. O como para dar el ejemplo el presidente exija como valla el quinto superior para sus ministros y viceministros. ¿Cuántos quedarían?.



Lima, 18 de Febrero de 2008